
Se pierde manglar en Cancún y con él una guardería de peces, un filtro y hasta la apicultura
Publicado 8 abril, 2025
Quintana Roo es el estado del país que más manglar pierde, a manos del desarrollo hotelero y urbano no sustentable. En Cancún, las amenazas a este ecosistema han estado presentes desde el inicio y aún ahora no paran. Sin embargo, existen guardianes comunitarios que procuran su preservación.
Quintana Roo es el estado con la mayor cobertura de manglar, pero también es de los que más deterioro registra. Buena parte, a manos de las industrias inmobiliaria y turística sobre todo en Cancún. De 2015 a 2020 –último año de medición efectuada por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio)– la entidad reportó 1,174 hectáreas de manglar perturbadas.
El Caribe mexicano cuenta con el récord nacional de 247,017 hectáreas de manglar, según la Conabio. Este ecosistema está sobre el 83% de la línea de costa de esta región. Y eso explica en parte el deterioro, porque los hoteles, residenciales y demás urbanización se han construido lo más cercano a la franja costera, pese a la evidencia científica sobre los impactos negativos y a la prohibición establecida en la normatividad ambiental vigente. El caso más emblemático de esto es Cancún.


Eric Jordán Dahlgren fue uno de los biólogos que participó en el estudio de impactos de crear una nueva ciudad con vocación turística como Cancún. Era la década de los 70 y el Gobierno federal le encomendó evaluar los daños que causaría construir alrededor del Sistema Lagunar Nichupté, lo que ahora conocemos como zona hotelera. Eric recuerda, en entrevista para Jaltun, que recomendó no construir nada hasta pasar los 6 u 11 metros de la cresta de la duna costera. “Cosa que les entró por aquí y les salió por allá”, dice el científico, haciendo una mueca sobre sus orejas. Hoy se cuentan aquí más de 200 hoteles y otros tantos complejos residenciales.
No sólo se desmontó y rellenó el manglar, también se fragmentó. Lo que antes era toda una unidad, un corredor amplísimo de humedales, hoy está fragmentado por caminos y carreteras, una que va hacia el aeropuerto, otra hacia Punta Sam y una más hacia Costa Mujeres, las cuales dividieron este humedal en tres pedazos. Esas áreas luego fueron declaradas Áreas Naturales Protegidas (ANP) bajo los nombres de Sistema Lagunar Nichupté, Laguna Manatí y Chacmochuch.
Además, cuando hicieron el bulevar que atraviesa la zona hotelera de Cancún se taparon los conductos que permitían interconectividad para los humedales del Sistema Lagunar Nichupté, lo que provocó su asfixia y contaminación, según se lee en el propio Programa de Desarrollo Urbano de Cancún.

Las amenazas continúan. Empresas como RIU o Zen Garden han sido denunciadas recientemente por remover manglar para abrirle paso a hoteles y complejos residenciales en Punta Nizuc y la zona hotelera. Por otro lado, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) inició, en 2022, la construcción de lo que será uno de los puentes vehiculares más largos de América Latina, de 8.8 kilómetros de largo sobre el Sistema Lagunar Nichupté. En la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) se reconoció que los manglares serán las especies más afectadas con esta megaobra.
En el documento de más de mil hojas, que incluye la caracterización biológica del área por donde pasará y su zona de influencia, se puede constatar el cúmulo de impactos. De las 9,977 hectáreas de superficie de estudio, el 11 por ciento se encuentra ocupado por infraestructura turística y urbana. Menciona que de las 2,697 hectáreas de manglar en este Sistema Lagunar, el 15% se encuentra en un estado de deterioro medio y el 9%, en deterioro importante. Esto quiere decir que más de 640 hectáreas están entre deterioradas y muertas.

Como medida de compensación, la SCT propuso restaurar 306 hectáreas de manglar. Sin embargo, organizaciones como Iniciativa para la Conservación de los Ecosistemas de la Península de Yucatán (Icepy) han demostrado, derivado de solicitudes de información vía Transparencia, que los métodos utilizados por las tres empresas encargadas de ello son inadecuados. Lo que han hecho son centros de dispersión, es decir, macetas donde plantan propágulos (o lo equivalente a una semilla de manglar). Lo hacen a pesar de que esta técnica está desaprobada por sus nulos impactos. Ha sido, incluso, rechazada por expertos como Jorge Herrera Silveira, investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), según se lee en un comunicado lanzado el pasado 10 de febrero por el Icepy.
El manglar del Sistema Lagunar Nichupté tiene una importancia superlativa, destaca Christian Alva, de la organización Resilientes, en tanto que absorbe casi la totalidad de las emisiones de carbono que genera la ciudad de Cancún. Aunque los ecosistemas captores de carbono azul como el manglar –explica el especialista en humedales, con años de experiencia en la reforestación de estas especies– cubren menos de 0.5 por ciento de la superficie marina mundial, capturan carbono a una tasa anual de dos a cuatro veces mayor que la de los bosques tropicales maduros. Y almacenan entre tres y cinco veces más carbono en la misma área. Los manglares son una suerte de filtro que ayuda a combatir el cambio climático.
Alejandra Manjarrez, bióloga de la UNAM y doctora en ciencias por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, ha escrito sobre la importancia de los manglares como zonas de refugio. Cada vez que desaparece una hectárea de manglar, advierte, se pierden también las guarderías para un sinfín de especies de peces que pasan los primeros días o meses de vida en estos lugares.
Trabajo comunitario en respuesta
En Cancún han sido esfuerzos civiles y colectivos los que han enfrentado el deterioro del manglar.
En una de las tres porciones de humedales de Cancún que fragmentaron las carreteras se fundó hace cinco años el Comité de Vigilancia y Educación Ambiental Río Chacmochuch. Fue un vecino, Jesús Cahum, pescador desde los 5 años y fundador de una cooperativa pesquera, quien inició todo. Un buen día a Jesús lo invitaron a una jornada de limpieza del lugar, hoy Área Natural Protegida, como parte de un programa de empleo temporal. Lo que empezó como mero interés económico se transformó en amor por la naturaleza y la protección del manglar y todas las especies que habitan ahí.
Cahum y el resto del equipo suelen hacer jornadas de limpieza, aunque cada vez menos, ante la falta de apoyo gubernamental y el desinterés ciudadano. Cada año extraen de ahí unas 800 toneladas de basura. Además, en los recorridos también documentan daños o actos ilegales que se cometen al interior como pesca furtiva, remoción de manglar, y contaminación por el escurrimiento de lixiviados del antiguo basurero de Cancún.
“Ya ni me acuerdo cuantas denuncias ante Profepa hemos hecho y nunca ha cambiado nada. Las celdas de los lixiviados se siguen derramando ante cualquier lluvia leve”, dice Cahum.
Lo que sí han conseguido, afirma, es acabar con la pesca furtiva dentro del perímetro del ANP, donde se cuentan 2,000 hectáreas de humedales, selva baja y mediana, y amplias lagunas interconectadas al océano que son refugio de más de 3,000 especímenes de flora y fauna.
En la segunda porción de humedales está el Comité de Vigilancia Ambiental Participativo Lombardo Toledano, que intenta proteger la Laguna Manatí. Allí el Comité se ha encargado de instalar y cuidar de un meliponario al pie del manglar. El esfuerzo sirve para involucrar a los vecinos en el cuidado de las colmenas y, por consecuencia, del manglar, de donde procrean estas abejas meliponas, nativas de la región.

La producción de miel de manglar es rara, pero despierta cada vez más interés. Elmar Penagos, un meliponicultor con décadas de experiencia en Quintana Roo, quien se dedica a instalar pequeñas colmenas en donde se lo piden, en casas, edificios o entornos naturales, afirma que el cultivo de esta especie en manglares ha aumentado en Cancún. A decir de Penagos, es una buena práctica para conservar a las abejas meliponas, en riesgo de desaparecer, además de brindar una oportunidad económica por la venta del producto resultante.
Penagos sigue el ejemplo de apicultores y meliponicultores de Yucatán, que han aprendido a cultivar abejas en manglar, tecnificar procesos y comercializar la miel producida. Esto ya se realiza en sitios como Chelem, Dzilam de Bravo y Progreso, en Yucatán. En este último, hay más de 200 colmenas sobre el manglar, dice en entrevista Nelly Pérez, una de las pioneras en esta actividad en la región.

Mientras la comunidad realiza acciones por conservar el manglar en Cancún, desarrollos hoteleros e inmobiliarios no dejan de perturbarlo. Se pierde el manglar y con él la barrera más importante ante los huracanes, la principal esponja de absorción de dióxido de carbono, el filtro que mantiene limpias las lagunas costeras, la guardería para un sinfín de especies que ahí pasan sus primeras etapas de vida y hasta la oportunidad de cultivar y cuidar de abejas endémicas y en peligro.