¿Qué entendemos por megaproyectos?

Por Alberto Hidalgo

Mayo 2024

¿Qué son los megaproyectos y cómo están transformando nuestras vidas y el mundo que conocemos? ¿Por qué las grandes obras de infraestructura en estos momentos? ¿Cómo se vinculan los megaproyectos entre sí? ¿Para quién sirve la implementación de estos? ¿De qué forma los megaproyectos son una transformación simultánea del paisaje físico, la economía, la demografía, la cultura y la sociabilidad de un territorio? ¿Cómo se relacionan estos con la expansión e intensificación capitalista y la transnacionalización? ¿Y cómo pueden estos proyectos, en su magnitud extremadamente grande, compleja y costosa, afectar a una nación y a una región en su totalidad?

Este tercer texto de la serie geopolítica para todxs realizados por la red Jaltun tiene el objetivo de plantear algunas preguntas teóricas sobre el fenómeno estratégico y geopolítico de los megaproyectos para propiciar elementos para el análisis desde las localidades afectadas por estos. Este texto en específico se adentra en comprender el por qué los megaproyectos son un elemento clave en la expansión e intensificación del capitalismo transnacional. Este texto proporciona una visión detallada que argumenta sobre qué son los megaproyectos, explorando su impacto en la economía, la demografía, la cultura y la sociabilidad del espacio en el que se construyen. Se aborda el impacto geopolítico y geoestratégico de los megaproyectos, y cómo pueden afectar la distribución del poder y la influencia en diferentes escalas geográficas. 

¿Qué son los megaproyectos?

Por megaproyecto entendemos una obra de gran escala en términos de inversión, con amplios impactos geográficos y alteraciones territoriales y sociales significativas. Estos proyectos se distinguen por la enorme cantidad de recursos involucrados, su gran tamaño, y su alta complejidad logística, técnica y tecnológica. Además, suelen tener una larga duración de construcción y articulan una serie de proyectos paralelos o complementarios con el fin de alcanzar un objetivo mayor que pasa de una escala local, nacional, regional e incluso global como veremos más adelante.  Por la magnitud de la obra, modifica drásticamente la lógica del territorioEntendiendo al territorio como una construcción sociocultural, una experiencia vivida que refleja la cosmovisión de los pueblos que lo producen en el día a día. , es decir, “el modo de habitar, geografiar y significar el espacio de construcción de la vida social” (Ceceña, 2018). Ceceña y Prieto (2023) señalan que rediseña aspectos tan amplios como el paisaje físico y humano, la economía, la demografía, la cultura y la sociabilidad del espacio sobre el que se construye. Genera un proceso de desterritorialización – reterritorialización, es decir, modifica los modos de vivir el territorio previos que se ven enfrentados a cambios radicales de producir el espacio por una territorialidad capitalista (Ceceña, 2018), que “como base de un sistema – mundo expansivo, difiere, contradice, avasalla o confronta las territorialidades que le son preexistentes o que resisten, se actualizan y conviven con ella” (Ibid), provocando nuevas relaciones sociales en y con el territorio a partir del megaproyecto que marca las dinámicas espaciales.

Los megaproyectos o proyectos de gran escala pueden ser analizados a través de la historia como la construcción de grandes monumentos alrededor del mundo o en la creación de grandes espacios de extracción como las minas en el Potosí boliviano que articulaban una serie de infraestructuras y dinámicas sociales que iban más allá del espacio extractivo: como carreteras, puertos, espacios agrícolas, etc. necesarios para mover el mineral a Europa. Sin embargo, a partir del siglo XIX, gracias a las nuevas capacidades tecnológicas y la nueva expansión del sistema capitalista a una escala mundial, se gestó un boom de megaproyectos de infraestructura para facilitar el mercado cada vez más homogeneizado a las necesidades del gran capital; que van desde instalación de redes de ferrocarriles, canales de navegación (como el canal de Suez inaugurado en 1869 o el de Erie en Nueva York de 1825) o el inicio de las represas hidrológicas (como la de Asuan en Egipto); obras que favorecieron la vinculación, integración y expansión del capitalismo por el mundo.

Como señala Lins Ribeiro, este tipo de obras de gran envergadura “se encontraban radicalmente entrelazados con los cambios económicos causados por la Revolución Industrial, y con la integración y expansión capitalista de países como Alemania, Inglaterra, Francia y Estados Unidos” ​(Lins Ribeiro, 1987).​ Esta lógica ha permeado con la expansión del capitalismo como modelo dominante sobre el planeta tierra que requiere de un espacio producido conforme a la lógica productiva y de mercado conectado en forma de red para promover la circulación de productos y de capital. En este sentido, los megaproyectos han sido, a lo largo de la historia, una pieza esencial en la producción espacial que favorece la interconexión, expansión e intensificación del capitalismo sobre territorios relativamente poco integrados a su lógica productiva. Funcionan como mecanismos que facilitan el encadenamiento de estos espacios al mercado global. En muchos casos, las infraestructuras vinculadas a los megaproyectos, como puertos, carreteras, ferrocarriles y zonas de libre comercio, están diseñadas para mejorar la conectividad de la producción, facilitar la extracción de recursos naturales, atraer inversión extranjera directa o servir intereses geoestratégicos militares, por lo que podemos entenderlos como obras de producción de espacios del capitalismo global.

Autores como Sandoval ​(2020)​ ​y Talledos Sánchez et al., (2020)​ observan a los megaproyectos como un “proceso espacio – temporal del capitalismo contemporáneo para reproducir al capital transnacional”, es decir, no se reducen a una mega obra o mega infraestructura, sino a un proceso que “(…) pretende revolucionar las formas intensivas y extensivas de acumulación de ganancia en el espacio” (Talledos Sánchez, et al., 2020), las cuales tienen como objetivo transformar territorial, económica y políticamente una región, país, continente o el mismo planeta.

Esta modificación espacial puede entenderse como una expansión y profundización de la cadena de valor del capitalismo transnacional. Por expansión podemos entender el encadenamiento de zonas que no se encontraban adheridas a las cadenas de valor del sistema – capitalista, como bien pueden ser actualmente los megaproyectos de minería submarina o frente a un posible avance del capital sobre la Antártida que requieren una serie de infraestructuras logísticas para facilitar el encadenamiento a la red de circulación capitalista; mientras que la profundización se genera a través de que territorios que se encontraban relativamente adheridas por su forma productiva, sufren un reforzamiento de su encadenamiento a la lógica de la producción capitalista contemporánea, sea mediante la modernización o ampliación de la infraestructura. Un ejemplo de ello es el megaproyecto multimodal del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. Este proyecto busca modernizar y ampliar la infraestructura inadecuada para los intereses del capitalismo contemporáneo. Las obras en los puertos y ferrocarriles tienen como objetivo homogeneizar la infraestructura según los estándares hegemónicos. Además, se pretende adecuar aeropuertos, carreteras, gasoductos y polos de desarrollo para intensificar la producción de acuerdo con las necesidades del capitalismo transnacionalizado. 

Geller y Lynch ​(2003)​ dividen analíticamente a los megaproyectos en 4 tipos: 1) construcción de infraestructura, como bien pueden ser puertos, vías de ferrocarril, gasoductos, aeropuertos, etc. 2) de extracción, entre los que mencionan a las minas, campos petroleros y gas, 3) de producción como las grandes plantaciones de agronegocios, parques industriales, parques manufactureros, etc. 4) de consumo como las instalaciones para el turismo masivo, centros comerciales, parques temáticos y desarrollos inmobiliarios. Estos cuatro tipos existen usualmente en combinación y articulados entre sí para la producción de una región adecuada a la lógica del capital, como bien podemos observar en el proceso del reordenamiento territorial del sur – sureste de México, en que se gestan articulado al proyecto de ferrocarriles: nuevas carreteras, parques industriales, puertos, aeropuertos, campos de agronegocios, refinerías, gasoductos, minerías, nuevas urbanidades, megaparques turísticos, etc. 

Para estos mismos autores, en muchos casos, los megaproyectos “reflejan y ejemplifican los proyectos más amplios del colonialismo, el desarrollo y la globalización” (2003), pues se han llevado a cabo con el objetivo de extraer recursos naturales, como minerales, madera, productos agrícolas o adecuando espacios para el disfrute turístico para beneficio de países centrales del sistema mundo. Conforme esta lógica, señalan ​Ye et al. (2019), ​“esta infraestructura conecta los lugares de pobreza con los lugares de riqueza” (2019), llevando las materias primas de los lugares de extracción a sitios adecuados a la producción y posteriormente de consumo.

En este sentido, podemos señalar que los megaproyectos son fenómenos geopolíticos, que buscan la modificación y ordenación del sentido y producción de los territorios bajo una calidad estratégica relevante para actores dominantes, ya que pueden afectar la distribución del poder y la influencia de los actores en diferentes escalas geográficas. En el nivel global, los megaproyectos pueden afectar la posición de los países y las empresas en las relaciones internacionales, ya sea modificando los flujos comerciales, abriendo nuevos espacios de producción, extracción o consumo, ejemplo de ello es la apertura del Canal de Panamá que modificó por completo el comercio mundial o la creación del gasoducto de 3,000 kilómetros llamado Power of Siberia 2 entre Rusia y Shangai, China que modificará la geopolítica de los energéticos. A nivel regional, pueden influir en las relaciones entre países limítrofes y en la integración económica de los territorios, como el caso de gestionar una red de trenes de la región de América del Norte o una red de presas hidroeléctricas en Centroamérica como buscaba el Plan Puebla Panamá. A nivel local, pueden cambiar completamente la dinámica social y económica de las comunidades cercanas, afectando el medio ambiente pero también en las dinámicas sociales que se puede ver en las terribles situaciones de violencia en las que se enmarcan los pueblos mineros en el Estado mexicano de Guerrero. 

Megaproyectos: Territorialidades en disputa

Por la magnitud de la obra que implican los megaproyectos, suponen una modificación drástica la lógica del territorio, es decir, “el modo de habitar, geografiar y significar el espacio de construcción de la vida social” (Ceceña, 2018). Ceceña y Prieto (2023) señalan que rediseña aspectos tan amplios como el paisaje físico y humano, la economía, la demografía, la cultura y la sociabilidad del espacio sobre el que se construye. Genera un proceso de desterritorialización – reterritorialización, es decir, modifica los modos de vivir el territorio previos que se ven enfrentados a cambios radicales de producir el espacio por una “territorialidad capitalista” (Ceceña, 2018), que “como base de un sistema – mundo expansivo, difiere, contradice, avasalla o confronta las territorialidades que le son preexistentes o que resisten, se actualizan y conviven con ella” (Ibid), provocando nuevas relaciones sociales en y con el territorio a partir del megaproyecto que marca las dinámicas espaciales. 

Como hemos señalado, estas megaobras implican la producción de espacios, es decir, adecuación de los territorios que implica modificaciones importantes al paisaje. Señalan Geller y Lynch que la construcción de esta mega infraestructura implica una “destrucción creativa” del espacio geofísico, social y cultural, pues implican una transformación rápida y radical, “desplazando montañas, ríos, flora y fauna, así como humanos y sus comunidades” (2003) significando graves modificaciones y daños en términos ecológicos y sociales, que en algunos casos se vuelven irreversibles, como la inundación de grandes territorios para las represas. Estas modificaciones aceleradas pueden desencadenar conflictos entre diversos actores sociales, políticos y económicos, como la población local, los trabajadores, los inversionistas, los gobiernos locales, nacionales e incluso extranjeros, así como las organizaciones no gubernamentales y los grupos de la sociedad civil. Estos conflictos pueden llevar a la polarización y al debilitamiento de la cohesión social. Incluso modificar por completo el núcleo social de un territorio, pues los megaproyectos además de la conflictividad social, implican desplazamientos o movilidades humanas devenidas de la aplicación de las obras, esto bajo una lógica doble, de expulsión “fuera del camino” de la población indeseada o estorbosa para los promoventes, así como de atracción de trabajadores a áreas donde la demanda de mano de obra supera la oferta local o requiere de especialización inexistente en lo local.

Ante la posible conflictividad, los megaproyectos se han convertido en espacios de disciplinamiento social, pues, como señala Lins Ribeiro “la logística de los proyectos de gran envergadura tiene parentesco próximo con las actividades necesarias para ganar o perder guerras y batallas” ​(1987),​ en la que población local y los mismos trabajadores se ven subordinados a imposiciones por decreto o imposición de los poderes aplicantes de la obra.

Dada la relativa ausencia de un ámbito doméstico y de tiempo libre, el territorio controlado por la empresa es un lugar perfecto para imponer un medio controlado. Casi no hay tiempo que no se dedique al trabajo; el poco que hay tiene por objeto impedir que el sistema llegue a un punto de tensión incontrolable. (…) El sistema se cierra en mismo. Los trabajadores tienen que trabajar, e incluso su tiempo libre resulta gobernado por la lógica del proyecto. (Ibid., 1987) 

Los territorios afectados por el megaproyecto, al estar relativamente aislados y organizados según la lógica de su producción, se convierten en lugares propicios para la explotación extrema e incluso la violación de normas jurídicas ambientales y laborales.

Pese a los grandes costos ecológicos, económicos y sociales, los megaproyectos se han justificado bajo la narrativa dominante de que son elementos que desencadenan el “desarrollo para el bien de todos”. Como señala Lins Ribeiro, “todos los proyectos de gran envergadura requieren un enorme esfuerzo de legitimación. Que ello ocurra, y en qué grado, también depende de su empleo con fines políticos o de la familiaridad con proyectos similares” (1987). Ejemplo de ello es denominar como “Tren Maya” a un proyecto que ha sido impuesto por el colonialismo internoEl colonialismo interno se refiere a una forma de dominación y explotación en la que un grupo o entidad dentro de un país ejerce control y poder sobre otro grupo o región dentro de ese mismo país. A diferencia del colonialismo tradicional, en el que una nación extranjera controla un territorio fuera de sus fronteras, el colonialismo interno implica la opresión de grupos dentro de las fronteras de un país por parte de otro grupo dominante dentro de ese mismo país. Este término fue acuñado por el sociólogo Pablo González Casanova. del Estado mexicano que busca avanzar las lógicas productivas dominantes sobre la totalidad de la Península de Yucatán, considerado como un espacio relativamente adherido al capitalismo transnacional.

En síntesis, los megaproyectos son más que mega infraestructuras, son proyectos de reterritorialización, es decir, de modificación profunda del espacio, en términos económicos, políticos, culturales y ecológicos para la reproducción del capitalismo transnacional en un lugar o región que represente grandes intereses geopolíticos.  

Bibliografía

 

Apuntes de los seminarios impartidos por Ana Esther Ceceña y David Barrios en los semestres 2021 – 1 y 2021 – 2 en el Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la UNAM.

​​Ceceña, Ana Esther. (2018). “TerritorialidaddelPoder.” RevistaInclusiones, 5(5).

Ceceña, Ana Esther & Sergio Prieto. (2023). Mirando al Sur: megaproyectos, fronteras e (in)movilidades. In G. G. y M. A. D. P. Martínez Romero Eduardo (Ed.), TERRITORIOS MAYAS EN EL PASO DEL TREN Riesgos previsibles y posturas independientes sobre el Tren Maya Volumen 1 (1era ed., Vol. 1). Bajo Tierra Ediciones. Gellert, P., & Lynch, B. (2003). Mega-projects as displacements. UNESCO. https://www.sas.upenn.edu/~dludden/MegaProjectDISPLACEMENT.pdf

​Lins Ribeiro, Gustavo. (1987). ¿Cuánto más grande mejor? Proyectos de gran escala: una forma de producción vinculada a la expansión de sistemas económicos. Desarrollo Económico, 27, 3–27.

​Sandoval, J. M. (2020). Introducción. In coordinación general de Juan Manuel Sandoval Palacios… [et al.]. (Ed.), Espacios globales para la expansión del capital transnacional en el continente americano (1a ed). Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

​Talledos Sánchez, E., Camacho Lomelí, R., & Sandoval Palacios, J. M. (2020). Megaproyectos y producción de espacios globales. Cuadernos Sobre Relaciones Internacionales, Regionalismo y Desarrollo, 15(28), 9–31.

​Ye, J., Douwe van der Ploeg, J., Schneider, S., & Shanin, T. (2019). The incursions of extractivism: moving from dispersed places to global capitalism. The Journal of Peasant Studies.

Texto: Alberto Hidalgo – Edición: Sara Cuervo – Diseño web: Miguel Guzmán – Diseño e ilustración: Yadira Martínez

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